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Los balcones saben

Estoy triste. Mi vecino de balcón se ha ido. Para siempre. Sin avisar. Y estoy triste. Si podías contar con algo era con el vecino. Él y su perra. A lo mejor era un perro. Siempre estaban en el balcón. Con sus plantas.  Antes vivía con una chica. Pero ella se fue. Hace poco. Y se llevó la mitad de las cosas. La mitad de las plantas. La mitad de las sillas. No pudo llevarse la mitad de la mesa ni la mitad de la perra. Ni la mitad de él. Aunque a lo mejor sí se la llevó. Y dejó también aquí su mitad. Si no la mitad entera al menos una parte. Alguna parte. Pero ahora ya no queda nada. Ni cuarto ni mitad. Solo queda una maceta en el balcón. Paredes vacías. Ventanas sin cortinas. Eso es lo que pasa después. El vacío y la nada. Y una maceta olvidada en un balcón esperando que alguien se asome a regarla de vez en cuando.

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